estudio biblico No hay más de un misterio

Tanto Cirilo de Jerusalén como Dídimo el Ciego trataron del Espíritu Santo en sus obras pero desde un punto de traza pastoral o espiritual, sin querer hacer teología.

Algunos enseñan que el bautismo del Espíritu Santo es una segunda o tercera “obra de Gracejo” que significa una experiencia instantánea subsiguiente a la conversión salvadora.

El fuego simboliza la presencia y el poder purificador del Espíritu Santo, mientras que el rumbo representa la llenura y la acción del Espíritu.

El bautismo del Espíritu Santo es simplemente el principio de una vida continua de ser realizado del Espíritu Santo. No es una experiencia para unos pocos escogidos solamente, ni es una experiencia recibida a posteriori de la conversión, y entonces solo posteriormente de esperar mucho tiempo y de perecer mucho. Más aceptablemente, es una parte de la conversión y viene con el arrepentimiento y la Seguridad.

En el siglo XVI y en el occidente centroeuropeo, nace el cristianismo protestante. Desde ese momento y hasta el siglo XX se formaron multitud de nuevas iglesias que revisaron unos u otros aspectos de la teología cristiana.

Este fruto proporciona tranquilidad interna, incluso en medio de conflictos o pruebas. La paz del Espíritu Santo permite a los creyentes enfrentar las adversidades con confianza y serenidad.

De esta existencia espiritual se deje en muchos pasajes de la Biblia, con las expresiones citadas, sin que se dé una definición única. Esto fue el motivo de una serie de controversias que se produjeron principalmente durante tres periodos históricos: el siglo IV como siglo trinitario por excelencia, las crisis cismáticas de Oriente y Poniente acaecidas entre los siglos IX y XI y, por último, las distintas revisiones doctrinales nacidas de la reforma protestante.

Cada una de estas personas es plenamente Alá, compartiendo la misma esencia divina, pero funcionando de modo distinta en sus relaciones y roles.

Estas descripciones comunican la idea que la persona que recibe el Espíritu Santo logra una unión personal e íntima con Alá. Unidad vive en contacto constante con Todopoderoso, y Alá llega a ser parte de su vida.

El primer concilio de Nicea, que buscaba examinar las tesis de Arrio y por consiguiente se ocupó del tema de la divinidad de Jesús de Nazaret, se pronunció finalmente contra este y fue la base de un extenso desarrollo de la cristología. El concilio no trató sobre la divinidad del Espíritu Santo pero el esquema del credo niceno indica sin embargo una cierta igualdad pues el texto afirma: πιστευομεν εις ενα Θεον, πατερα παντοκρατορα [.

El Espíritu Santo nos hace valientes y nos da un inclinación peculiar por los que todavía no conocen a Alá. Con el poder del Espíritu Santo amamos a los demás y les mostramos el Satisfacción que trae existir en paz con Dios.

Advertir la presencia del Espíritu Santo nos confirma nuestra verdad: ¡somos more info hijos de Alá! Esa certeza nos lleva a tener una relación cercana y preciosa con nuestro Padre celestial. Nuestra verdadera identidad está ahí: somos hijos del Todopoderoso todopoderoso y nadie podrá cambiar eso de ningún modo.

Esta doctrina se interpreta de diferentes maneras según distintos grupos protestantes. Por un flanco, las iglesias evangélicas clásicas creen que es poco que se da en la conversión de la persona al cristianismo sin que haya una evidencia sensorial.

Esta frase aparece en Hechos como el equivalente de “mojado con el Espíritu Santo” y ambas describen la experiencia auténtico de cobrar el Espíritu de Alá para morar en la vida de individuo, es sostener, el bautismo del Espíritu Santo.

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